sábado, 27 de julio de 2013

¡DETENTE,TIERRA!

                El popular escritor Inglés Herbert Wells tiene un relato fantástico  sobre como un oficinista hacía  prodigios.  Este era un joven de no mucha inteligencia, pero que por un capricho de la suerte tenia la virtud sorprendente de que cuando expresaba cualquier deseo, este se cumplía en el acto. Sin embargo esta virtud, tan seductora al parecer,  no le trajo a su poseedor  ni a sus semejantes mas que disgustos. Para nosotros es bastante instructivo el final de esta historia.

                Después de una prolongada juerga, el oficinista de los prodigios, que temía llegar a su casa de madrugada, pensó aprovechar su poder para alargar la noche. Pero, ¿cómo hacerlo? Había que mandar a los astros que se parasen en el firmamento.


                El oficinista no se decidió a realizar esta hazaña de golpe. Entonces su amigo le aconsejó detener la Luna. El miró atentamente, lo pensó y dijo; -- Me parece que está demasiado lejos para esto......,¿Qué piensa?
--por probar nada se pierde -- insistió Mading ( que así se llamaba el amigo. Y.P.) Si no se para  haga usted que deje de girar la Tierra. no creo que esto perjudíque a nadie. -- verdaderamente dijo Fotheringay (el oficinista. Y.P.) --, Puedo Probar.
 
               Adoptó una postura imperativa, alzó los brazos sobre el mundo y dijo solemnemente:

                 --¡Detente Tierra!  ¡ Deja de Girar !.

No llegó a terminar la frase cuando  el y su amigo volaban en el espacio a una velocidad de decenas de millas por minutos:
Esto no le impedía seguir pensando. En menos de un segundo razonó y se dijo así mismo: Pase lo que pase , lo que hace falta es que yo salga vivo y sano.

                 Hay que reconocer que este deseo fue expresado a tiempo, porque unos segundos después cayó sobre Tierra recién removida y junto a el, sin causarle daño, pasaban piedras,trozos de casas,objetos metálicos..... ; pasó volando hasta una pobre vaca, que se destrozó  después de chocar contra la Tierra. El viento soplaba con una fuerza terrible;él no podía ni levantar la cabeza para mirar a su alrededor.
                 
               

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